Ha llegado el momento de celebrar la anarquía, no de esconderla.
-Michael Brooks
Gracias a @aberron y a la editorial Ariel, he tenido la oportunidad de leer un libro llamado Radicales Libres. En pocas palabras este libro nos cuenta una serie de anécdotas sobre científicos más o menos conocidos, estas anécdotas pretenden mostrarnos el "lado oscuro" de la ciencia, aunque para mí más que oscuro me parece su lado humano.
En un principio se centra en temas "llamativos" como el consumo de drogas entre los científicos más famosos, y como gracias a ellas tenemos muchos de los avances actuales. O en temas religiosos que a más de un lector ateo le generarán sentimientos encontrados.
Los científicos no son temerarios sin razón. No van por ahí saltándose normas para tener un subidón. Pero lo cierto es que a veces las normas son un impedimento para el proceso creativo de la ciencia. Y cuando este es el caso, las normas se romperán. ¿Por qué? Porque la ciencia existió antes que las normas.
Michael Brooks, Radicales libres.
Otras anécdotas pretenden disipar de nuestra cabeza muchos de esos mitos que rodean al científico "platónico" mostrándonos a orgullosos, tramposos, cabezones, valientes, e irracionales personas que lo daban todo por su pasión y su sueño: la ciencia.
<< Incluso si me hubiera engañado y el experimento hubiera puesto en peligro mi vida, yo habría mirado tranquilamente a los ojos de la muerte. >> Dijo Petten Kofer, << porque el mío no hubiera sido un sacrificio necio o cobarde; yo habría muerto al servicio de la ciencia como un soldado en el campo del honor >> Max Von Petten Kofer, tras beber caldo de cultivo repleto de Vibrio cholerae.
Radicales libres.
Pero no todo son anécdotas, digamos que el autor nos calienta mediante estas historias para finalmente enfrentarnos al problema que la ciencia tiene hoy día y que casi ningún investigador quiere enfrentar. Desde mi humilde punto de vista, claro...
Hoy día la ciencia no interesa al gran público, quedan lejos los años en los que los niños querían ser astronautas y los grandes gobiernos hacían lo que fuese para cazar genios. Decía Michael Shrange que los físicos eran los merlines de la guerra fría, hoy son los incapacitados sociales protagonistas de TBBT.
La edad del ocio lo ha conquistado casi todo, y ahora todo el intelecto mundial está a su servicio, y no sólo el "intelecto de la humanidad", también la economía se vuelca de una manera casi obscena en el mundo del ocio, reduciendo la investigación a la más absoluta marginación. Marginada como los freaks de las series.
Cada cual puede decidir dónde piensa que se encuentra la raíz de este problema, el origen o la causa. A mí personalmente no me importa, pienso que da igual donde se iniciara, lo que importa es que día a día se sigue retroalimentando. Se le alimenta en las escuelas, donde el sistema educativo busca destruir y aplastar la curiosidad. Se alimenta en las universidades, dónde casi únicamente se valora la capacidad de hacer exámenes, poniendo esta siempre por encima del amor que un alumno muestre por la ciencia. Valorando SIEMPRE, la memoria y la capacidad de ser hormiga por encima de la tenacidad y la curiosidad.
Y así el sistema entrena memorias USB, capaces de seguir ciegamente órdenes, de memorizar datos sin cuestionarse nada. Y luego les pide que sean creativos. Así es como los centros buscan a los investigadores por el dinero que sus becas ofrecen más que por sus capacidades. Así es como generación tras generación todo el mundo científico hace lo que tiene que hacer, sufriendo recortes, maltrato y menosprecio...y asumiéndolo como normal.
La nota por encima de la curiosidad.
La beca por encima del interés
La publicación por encima de la pasión
La financiación por encima del amor a la investigación.
Cuando se trata de extender las fronteras del saber, sólo hay una regla: todo vale la ciencia es anarquía.
Leer cosas como estas te hacen seguir teniendo ganas de dedicarte al "aburrido" mundo de la ciencia. Creo que has dicho lo que muchos pensamos y pocos decimos, muy de acuerdo contigo.
ResponderEliminarMe alegra que pienses así. Estoy convencido que esa forma de pensar es una de las condiciones que te permitirán hacer ciencia y a la vez disfrutar de ello.
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